Siguen llamando la atención los incidentes generados a partir de la publicación, en distintos periódicos europeos, de doce caricaturas sobre Mahoma, el máximo profeta del Islam. Reacciones de la más variada índole y del más diverso fundamentalismo ideológico, tanto en Occidente como en el Mundo Árabe, no se hicieron esperar.
Discriminación, renuncias, declaraciones, violencia y muerte son algunos de los ingredientes de este complicado asunto para el cual aún no se vislumbra una solución certera.
Días atrás, al leer la prensa de mi país, me enteré de otro hecho que está comenzando a generar polémica. Un famoso canal televisivo internacional emitirá en los próximos días una serie de dibujos animados titulada “Popetown” (Ciudad del Papa), “una sátira en la que se muestra a un Papa trastornado y a un cardenal criminal, a los que se responsabilizan de una serie de muertes indeseadas y de la esclavización de niños”, según los productores.
En un aviso publicado en medios gráficos se ve a Jesucristo sentado en un sofá mirando televisión y en el fondo la cruz, vacía. “Mejor reírse que andar colgado”, dice el texto que acompaña la publicidad. ¿Más de lo mismo? ¿Una nueva tendencia? ¿Ejercicio de la libre expresión?
Es interesante el resultado de una encuesta reciente que se realizó en distintos países de la Unión Europea. Entre otras, los encuestados debían responder a la siguiente pregunta: “Según la ética del periodismo, ¿es justo publicar viñetas (caricaturas) que hieren los sentimientos religiosos?” El 95,7 % de los encuestados respondió que no es justo, mientras que el 4,3 % se mostró favorable.
Un mundo de cambios, desafíos e interrogantes que precisan atención; urgente y eficaz atención.
En tal contexto, se debe constituir un importante espacio para la reflexión intelectual, el recogimiento espiritual y la afirmación del compromiso de trabajar juntos por un mundo en Paz.
El apóstol San Pablo escribió: “Dios nos rescató de la oscuridad en que vivíamos, y nos llevó al reino de su amado Hijo, quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados. Cristo es el Hijo de Dios, y existe desde antes de la creación del mundo; él es la imagen del Dios que no podemos ver” (Colosenses 1.13-15 – BLA).
Para quienes consideramos que la fe es mucho más que una “muleta”, un “adorno”, una “proclama” o un “opio” para “manipular a las masas”, Jesucristo es mucho más que una caricatura. Se trata del amor de Dios expresado en forma concreta, ofreciéndose a sí mismo para que podamos –si así lo decidimos– encontrar la trascendental y auténtica plenitud de la vida. De nosotros depende la decisión.