Carlos Josué Hernández estaba a punto de entrar en la adolescencia cuando su castillo de ladrillos se derrumbó. Una corta conversación un sábado en la mañana bastó para que un castillo de arena se levantara. Un asunto de adultos estremeció su hogar. Su mamá les anunció a él y sus dos hermanos que se iba a divorciar. Su papá se iría a rehacer su vida con otra dama, por lo que ya no regresaría a dormir bajo el mismo techo.
Hasta ese entonces, la niñez de Charlie —apodo por el cual todos lo conocen— había sido bastante estable. Se caracterizaba por tiempos de compartir en familia con sus tíos, abuelos y primos, además de juegos, deportes y buenas calificaciones. Sus padres se conocieron en la iglesia, ya que cada uno se había criado en el evangelio. De hecho, sus abuelos fueron de los fundadores de la iglesia Discípulos de Cristo en Puerto Rico.
Para ese mismo tiempo, Charlie había aceptado a Jesús como su Salvador durante una campaña del evangelista Nicky Cruz. A los doce años de edad, comenzó a sentir pasión por la música. Sin embargo, aquella mañana su perspectiva de la vida se nubló, y la semilla de desaliento comenzó a germinar. Charlie no entendía el repentino distanciamiento de su padre y el cambio radical en su círculo familiar. Mientras, su mamá le hablaba de sus frustraciones por "la otra" y se había alejado de Dios. Charlie se encontraba en un momento vulnerable a su corta edad, cuando un familiar supuestamente comprensivo y amoroso le desgarró la inocencia. Fue abusado sexualmente. Ahora, había una semilla distinta plantada en sus adentros.
Charlie desarrolló interés sexual por otros hombres, y llegó a sostener relaciones con algunos. Una lucha sin cuartel comenzó a desatarse. Por más que oraba, la atracción latía. A solas, pedía: "¡Señor, quítame esto!", pero nada sucedía. Su lucha contra la homosexualidad pasó a ser un secreto de estado, ya que en una sociedad machista, el temor a la burla era peor que confesarse. "Desarrollé un miedo espantoso de ser descubierto", manifestó Hernández en una reciente entrevista con Vida Cristiana.
Entró a la universidad; continuó puliendo sus habilidades musicales; y formó parte de ciertas agrupaciones. Al poco tiempo, tuvo un reencuentro con Jesús en un retiro espiritual en el cual su mamá daba una charla. Ella había vuelto a dedicar su vida a Cristo. Luego, conoció a Diodany "Nany" Rivera, una joven de 17 años, nacida en su mismo pueblo de Bayamón, Puerto Rico. Nany compartía, al igual que él, la misma pasión por la música y también se había criado en un hogar cristiano. Duraron cuatro años de novios, y, en 1985, se casaron. Durante el noviazgo, Charlie le fue sincero en cuanto a su lucha contra la homosexualidad. Ella simplemente pensó que lo podía cambiar.
Charlie no deseaba esos sentimientos, pero no podía deshacerse de ellos por su propia fuerza. "Muchas veces, lo intenté con horas de oración, días de ayuno, lectura y estudio incesante de la Palabra, experiencias de liberación, aislamiento voluntario y así sucesivamente. Todas ellas [maneras] muy edificantes para el espíritu, pero en nada podían con los apetitos de mi carne", manifestó Hernández abiertamente. Continuó su doble vida, aunque seguía ministrando musicalmente por las iglesias. Gracias a la popularidad de sus discos, creó un renombre en el ámbito musical cristiano, especialmente en su país.
Nany llevaba más de una década encubriendo el secreto, pues se enteraba de la infidelidad de su esposo, pero cada vez lo perdonaba y se convencía de que era capaz de cambiarlo.
Para el 1999, decidieron mudarse a la Florida. Charlie y Nany tienen cuatro hijos, los tres últimos con autismo. Esta es una enfermedad en la cual la persona demuestra escasa interacción social, lleva a cabo limitadas y repetitivas actividades, y tiene dificultad para comunicarse verbal y no verbalmente. Dado que se les hacía difícil conseguir las ayudas necesarias para tratar dicha condición, determinaron que en Estados Unidos los pequeños tendrían mejores oportunidades de superarse y podrían recibir los tratamientos apropiados. Nany se mudó primero junto con los niños: Anneliesse, hoy día de 19 años de edad; Josué, 14; Laura, 12 y Joseandreé, 10. Charlie se quedó solo y vulnerable.
Una vez más, Charlie inició una relación ilícita. Esta vez fue con un joven que conoció en un concierto, y que le había escrito una carta en la que le contó que había sido abusado durante su niñez. "La afinidad que tuvimos fue tal que, al menos en mí, llegó a adormecer toda conciencia de error o pecado, al punto de racionalizar nuestra relación como una de amor genuino", le manifestó Charlie a Vida Cristiana.
Charlie ya se había trasladado a los EE.UU. junto a su familia, pero continuaba su relación a distancia con el joven. Un día, por casualidad, Nany alcanzó escuchar una conversación entre ambos. Con eso, ya no necesitaba una prueba más contundente; ese fue un momento clave en que no pudo negar más su realidad. "Era como el Espíritu Santo diciendo: 'Ahí está. ¿Qué otra prueba quieres?'", le compartió Nany a Vida Cristiana. Finalmente, la venda se le cayó de los ojos y salió de la negación. Confrontó a su esposo: o buscaba ayuda para sanarse de una vez o continuaba su rumbo solo con ese joven. "En ese momento, un frío me recorrió por todo el cuerpo, y sentí la carcajada de Satanás apretando mi cerebro y mi alma. Una terrible sensación de vacío y soledad me invadió y me sobrecogió”, admitió el intérprete y escritor de la canción "Hay un hombre en la cruz".
Justo el día de la crisis, recibieron un correo electrónico del director del ministerio Hijos del Padre (www.elhijoprodigo.org), el pastor Rigoberto Carrión. Hace alrededor de 20 años que este ministerio se dedica a ayudar a las personas que desean abandonar el estilo de vida homosexual. El propio Carrión fue abusado sexualmente a los 6 años de edad, y vivió como homosexual por 34 años. Tuvo un encuentro con Jesús donde le explicó que "la homosexualidad es el demonio de Sodoma que se apodera de hombres y mujeres y los hace ser así”. Hoy día, lleva más de 10 años casado con Sonia, y han sido cientos los hombres y las mujeres que han sido liberados a través del ministerio Hijos del Padre.
Charlie admite que Dios le venía dando advertencias, a través de sueños a su esposa y amigos allegados, pero el temor lo mantenía atado. "Lo último que yo pensaba era poder admitir públicamente que yo tenía una lucha con esto." Para él, significaba tener que confesar lo que consideraba como "el último pecado en la lista", el mismo del cual pocos se atreven a hablar.
Hasta ese entonces, la niñez de Charlie —apodo por el cual todos lo conocen— había sido bastante estable. Se caracterizaba por tiempos de compartir en familia con sus tíos, abuelos y primos, además de juegos, deportes y buenas calificaciones. Sus padres se conocieron en la iglesia, ya que cada uno se había criado en el evangelio. De hecho, sus abuelos fueron de los fundadores de la iglesia Discípulos de Cristo en Puerto Rico.
Para ese mismo tiempo, Charlie había aceptado a Jesús como su Salvador durante una campaña del evangelista Nicky Cruz. A los doce años de edad, comenzó a sentir pasión por la música. Sin embargo, aquella mañana su perspectiva de la vida se nubló, y la semilla de desaliento comenzó a germinar. Charlie no entendía el repentino distanciamiento de su padre y el cambio radical en su círculo familiar. Mientras, su mamá le hablaba de sus frustraciones por "la otra" y se había alejado de Dios. Charlie se encontraba en un momento vulnerable a su corta edad, cuando un familiar supuestamente comprensivo y amoroso le desgarró la inocencia. Fue abusado sexualmente. Ahora, había una semilla distinta plantada en sus adentros.
Charlie desarrolló interés sexual por otros hombres, y llegó a sostener relaciones con algunos. Una lucha sin cuartel comenzó a desatarse. Por más que oraba, la atracción latía. A solas, pedía: "¡Señor, quítame esto!", pero nada sucedía. Su lucha contra la homosexualidad pasó a ser un secreto de estado, ya que en una sociedad machista, el temor a la burla era peor que confesarse. "Desarrollé un miedo espantoso de ser descubierto", manifestó Hernández en una reciente entrevista con Vida Cristiana.
Entró a la universidad; continuó puliendo sus habilidades musicales; y formó parte de ciertas agrupaciones. Al poco tiempo, tuvo un reencuentro con Jesús en un retiro espiritual en el cual su mamá daba una charla. Ella había vuelto a dedicar su vida a Cristo. Luego, conoció a Diodany "Nany" Rivera, una joven de 17 años, nacida en su mismo pueblo de Bayamón, Puerto Rico. Nany compartía, al igual que él, la misma pasión por la música y también se había criado en un hogar cristiano. Duraron cuatro años de novios, y, en 1985, se casaron. Durante el noviazgo, Charlie le fue sincero en cuanto a su lucha contra la homosexualidad. Ella simplemente pensó que lo podía cambiar.
Charlie no deseaba esos sentimientos, pero no podía deshacerse de ellos por su propia fuerza. "Muchas veces, lo intenté con horas de oración, días de ayuno, lectura y estudio incesante de la Palabra, experiencias de liberación, aislamiento voluntario y así sucesivamente. Todas ellas [maneras] muy edificantes para el espíritu, pero en nada podían con los apetitos de mi carne", manifestó Hernández abiertamente. Continuó su doble vida, aunque seguía ministrando musicalmente por las iglesias. Gracias a la popularidad de sus discos, creó un renombre en el ámbito musical cristiano, especialmente en su país.
Nany llevaba más de una década encubriendo el secreto, pues se enteraba de la infidelidad de su esposo, pero cada vez lo perdonaba y se convencía de que era capaz de cambiarlo.
Para el 1999, decidieron mudarse a la Florida. Charlie y Nany tienen cuatro hijos, los tres últimos con autismo. Esta es una enfermedad en la cual la persona demuestra escasa interacción social, lleva a cabo limitadas y repetitivas actividades, y tiene dificultad para comunicarse verbal y no verbalmente. Dado que se les hacía difícil conseguir las ayudas necesarias para tratar dicha condición, determinaron que en Estados Unidos los pequeños tendrían mejores oportunidades de superarse y podrían recibir los tratamientos apropiados. Nany se mudó primero junto con los niños: Anneliesse, hoy día de 19 años de edad; Josué, 14; Laura, 12 y Joseandreé, 10. Charlie se quedó solo y vulnerable.
Una vez más, Charlie inició una relación ilícita. Esta vez fue con un joven que conoció en un concierto, y que le había escrito una carta en la que le contó que había sido abusado durante su niñez. "La afinidad que tuvimos fue tal que, al menos en mí, llegó a adormecer toda conciencia de error o pecado, al punto de racionalizar nuestra relación como una de amor genuino", le manifestó Charlie a Vida Cristiana.
Charlie ya se había trasladado a los EE.UU. junto a su familia, pero continuaba su relación a distancia con el joven. Un día, por casualidad, Nany alcanzó escuchar una conversación entre ambos. Con eso, ya no necesitaba una prueba más contundente; ese fue un momento clave en que no pudo negar más su realidad. "Era como el Espíritu Santo diciendo: 'Ahí está. ¿Qué otra prueba quieres?'", le compartió Nany a Vida Cristiana. Finalmente, la venda se le cayó de los ojos y salió de la negación. Confrontó a su esposo: o buscaba ayuda para sanarse de una vez o continuaba su rumbo solo con ese joven. "En ese momento, un frío me recorrió por todo el cuerpo, y sentí la carcajada de Satanás apretando mi cerebro y mi alma. Una terrible sensación de vacío y soledad me invadió y me sobrecogió”, admitió el intérprete y escritor de la canción "Hay un hombre en la cruz".
Justo el día de la crisis, recibieron un correo electrónico del director del ministerio Hijos del Padre (www.elhijoprodigo.org), el pastor Rigoberto Carrión. Hace alrededor de 20 años que este ministerio se dedica a ayudar a las personas que desean abandonar el estilo de vida homosexual. El propio Carrión fue abusado sexualmente a los 6 años de edad, y vivió como homosexual por 34 años. Tuvo un encuentro con Jesús donde le explicó que "la homosexualidad es el demonio de Sodoma que se apodera de hombres y mujeres y los hace ser así”. Hoy día, lleva más de 10 años casado con Sonia, y han sido cientos los hombres y las mujeres que han sido liberados a través del ministerio Hijos del Padre.
Charlie admite que Dios le venía dando advertencias, a través de sueños a su esposa y amigos allegados, pero el temor lo mantenía atado. "Lo último que yo pensaba era poder admitir públicamente que yo tenía una lucha con esto." Para él, significaba tener que confesar lo que consideraba como "el último pecado en la lista", el mismo del cual pocos se atreven a hablar.