Podría decirse que Barlow Girl nacio de dos cosas: su fe y su amor por la música en serio.
Nuestros padres se conocieron y se enamoraron en la universidad, más o menos en el tiempo en que se inventó el automóvil (Eh, fue solo una broma, para ver si estaban prestando atención). Toda su vida, Papá ha cantado y tocado la guitarra en cada oportunidad que pudo. Una vez hasta fue telonero de Harry Chapin (pregúntenle a sus padres quién es) y grabó su propio disco (se parece a un CD pero es del tamaño de un frisbee gigante y se parte si tratas de usarlo como tal). El y mamá tenían una profunda relación con Dios y trabajaban activamente en ministerios dentro del campus universitario.
Después que se casaron, tuvieron muchas de las luchas habituales que enfrentan los recién casados: falta de dinero, de trabajo, ese tipo de cosas. Pero papá sintió el llamado al ministerio, así que trabajaron juntos para que él pudiera completar sus estudios de postgrado, y juntos pudieran criar a nuestro hermano. Ellos se dieron cuenta de que Dios era el único camino para poder transitar por la vida.
Papá sirvió en un par de ministerios mientras nosotras nacíamos. Finalmente formó parte del staff de Willow Creek, la iglesia de Chicago en la cual nos criamos. Como director de adoración de “Tierra Prometida”; el ministerio de niños de Willow Creek, encontró el lugar perfecto para aplicar sus talentos musicales y su deseo de servir a Cristo. En ese tiempo, estaban sucediendo cosas muy buenas a nivel musical y creativo en la “iglesia grande”, pero apenas con cuentagotas llegaba al ministerio de niños. Por este motivo, mi padre se puso a escribir canciones de adoración relacionadas con las lecciones que estábamos aprendiendo. Todavía podemos recordarlo probando canciones nuevas con nosotros en casa. Si a nosotros nos gustaban, estaba seguro que les gustaría al resto de los niños el domingo por la mañana.
Al mismo tiempo, todos estábamos aprendiendo a tocar el piano. Nuestros padres pensaban que era lo mejor para aprender lo básico en música.
Cuando pudiéramos tocar el piano lo suficientemente bien como para no provocar dolor de cabeza en nuestra audiencia, nos permitirían aprender el instrumento musical que nos gustara. Al ir incorporando diferentes canciones a la adoración el domingo, los padres comenzaron a pedir las grabaciones, porque sus hijos las cantaban en la casa. Con el respaldo de la iglesia, papá comenzó a grabar sus canciones, llegando a grabar cinco CDs completos. Cuando decidió que necesitaba algunas voces de chicos en la grabación, nos hizo marchar al estudio y nos puso frente a los micrófonos. Nosotras estábamos seguras de que nos había elegido porque tenía un gran oído para detectar talento vocal, y no porque simplemente fuéramos los primeros chicos que encontró.
El CD fue un éxito entre las familias de Willow y comenzó a difundirse en otras iglesias del país. Había muchos otros ministros de niños buscando nuevas ideas para sus ministerios y sus CDs fueron un gran éxito. Después de escuchar sus canciones, esos ministros comenzaron a llamar a papá para preguntarle acerca de su filosofía en la adoración de los niños, etc. No mucho después, comenzó a recibir invitaciones para dirigir la adoración en conferencias y retiros de familias. Al comenzar a viajar, se sentía extraño al hablar de la unidad familiar mientras su familia estaba a kilómetros de distancia. Además, todavía nos estaba animando con nuestra música, así que nos persuadió para que seamos sus tres niñas acompañantes musicales. En ese tiempo, “solo” éramos las niñas Barlow, pero algo grande estaba comenzando.
Nuestros padres se conocieron y se enamoraron en la universidad, más o menos en el tiempo en que se inventó el automóvil (Eh, fue solo una broma, para ver si estaban prestando atención). Toda su vida, Papá ha cantado y tocado la guitarra en cada oportunidad que pudo. Una vez hasta fue telonero de Harry Chapin (pregúntenle a sus padres quién es) y grabó su propio disco (se parece a un CD pero es del tamaño de un frisbee gigante y se parte si tratas de usarlo como tal). El y mamá tenían una profunda relación con Dios y trabajaban activamente en ministerios dentro del campus universitario.
Después que se casaron, tuvieron muchas de las luchas habituales que enfrentan los recién casados: falta de dinero, de trabajo, ese tipo de cosas. Pero papá sintió el llamado al ministerio, así que trabajaron juntos para que él pudiera completar sus estudios de postgrado, y juntos pudieran criar a nuestro hermano. Ellos se dieron cuenta de que Dios era el único camino para poder transitar por la vida.
Papá sirvió en un par de ministerios mientras nosotras nacíamos. Finalmente formó parte del staff de Willow Creek, la iglesia de Chicago en la cual nos criamos. Como director de adoración de “Tierra Prometida”; el ministerio de niños de Willow Creek, encontró el lugar perfecto para aplicar sus talentos musicales y su deseo de servir a Cristo. En ese tiempo, estaban sucediendo cosas muy buenas a nivel musical y creativo en la “iglesia grande”, pero apenas con cuentagotas llegaba al ministerio de niños. Por este motivo, mi padre se puso a escribir canciones de adoración relacionadas con las lecciones que estábamos aprendiendo. Todavía podemos recordarlo probando canciones nuevas con nosotros en casa. Si a nosotros nos gustaban, estaba seguro que les gustaría al resto de los niños el domingo por la mañana.
Al mismo tiempo, todos estábamos aprendiendo a tocar el piano. Nuestros padres pensaban que era lo mejor para aprender lo básico en música.
Cuando pudiéramos tocar el piano lo suficientemente bien como para no provocar dolor de cabeza en nuestra audiencia, nos permitirían aprender el instrumento musical que nos gustara. Al ir incorporando diferentes canciones a la adoración el domingo, los padres comenzaron a pedir las grabaciones, porque sus hijos las cantaban en la casa. Con el respaldo de la iglesia, papá comenzó a grabar sus canciones, llegando a grabar cinco CDs completos. Cuando decidió que necesitaba algunas voces de chicos en la grabación, nos hizo marchar al estudio y nos puso frente a los micrófonos. Nosotras estábamos seguras de que nos había elegido porque tenía un gran oído para detectar talento vocal, y no porque simplemente fuéramos los primeros chicos que encontró.
El CD fue un éxito entre las familias de Willow y comenzó a difundirse en otras iglesias del país. Había muchos otros ministros de niños buscando nuevas ideas para sus ministerios y sus CDs fueron un gran éxito. Después de escuchar sus canciones, esos ministros comenzaron a llamar a papá para preguntarle acerca de su filosofía en la adoración de los niños, etc. No mucho después, comenzó a recibir invitaciones para dirigir la adoración en conferencias y retiros de familias. Al comenzar a viajar, se sentía extraño al hablar de la unidad familiar mientras su familia estaba a kilómetros de distancia. Además, todavía nos estaba animando con nuestra música, así que nos persuadió para que seamos sus tres niñas acompañantes musicales. En ese tiempo, “solo” éramos las niñas Barlow, pero algo grande estaba comenzando.